Jesús realiza su primer milagro a petición de su Madre, la Virgen María, con ocasión de un banquete de boda (relato de las bodas de Caná en en evangelio de san Juan 2,1-11).
En este sentido, la Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en esta boda.
Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo.
Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorización, dada por Moisés, de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del corazón; la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció: «lo que Dios unió, que no lo separe el hombre»: son palabras de Jesús recogidas en el evangelio de san Mateo. Catecismo de la Iglesia Católica, 1613-1614