Cada familia en la medida de lo posible, no sólo debe participar de la Eucaristía, sino que además debe tratar de visitar a Jesús Sacramentado.
En esos momentos de oración ante el Santísimo, ante Jesús Sacramentado, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene.
Son momentos de intimidad con el Señor en los que se hace un acto de fe, se pide ayuda, se da gracias. Por lo tanto, no tenemos que esperar cada domingo para encontrarnos con Cristo presente en la Eucaristía.
Podemos salir al encuentro del Señor, como lo ha hecho Él con nosotros y visitarlo en una iglesia donde esté custodiado el Santísimo Sacramento. Ahí Jesús nos espera siempre y nosotros debemos abrirle el corazón en la intimidad de la oración.
La adoración eucarística es un momento de confianza, amistad y muy íntimo con Dios. En la adoración podemos pedir perdón por nuestras faltas y pecados, reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder para perdonarnos, renovando nuestra confianza en su misericordia.