La Natividad del Señor

La solemnidad de la Navidad es la única celebración con cuatro Misas: la de la vigilia, la de la noche, la de la aurora y la del día, y los textos son los mismos para los tres años litúrgicos, con el fin de profundizar en el Acontecimiento que cambió el curso de la historia: Dios se hizo hombre.

Hoy, como hace más de dos mil veintitrés años, la Luz atraviesa las tinieblas de la noche y la oscuridad, y nos ilumina. Esa Luz tiene un rostro y un nombre para nosotros: Jesucristo, anunciado por el profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz» (Misa de Noche buena, Is 9,1-6).

Tal como lo publica ‘Vatican News’, Él es la Luz del mundo que ilumina las tinieblas (Jn 1,9.3.19, Evangelio del día de Navidad); Él es la Esperanza que no defrauda (Rom 5,5); Jesús, raíz y estirpe de David ( 2Sam 7,8ss, promesa de Dios al rey David, IV de Adviento; Ap 22,16); Jesús es la estrella radiante de la mañana (Ap 22,16).

Esto es Navidad: un hecho, un acontecimiento que ha cambiado el curso de la historia. Dios se hizo hombre para hacernos hijos de Dios.

Esta es la alegría de la Navidad: «Hoy les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor » (Lc 2,11, Evangelio de la noche). El Señor Jesús se acerca a nosotros para decirnos que no tengamos miedo, que rompamos la indiferencia de los unos hacia los otros, porque Dios, en su Hijo Jesús, se ha comprometido con la humanidad herida por el pecado para salvarnos.