El comunismo cayó gracias al papa Juan Pablo II, según lo ratifica el que fuera su portavoz, Joaquín Navarro Valls, en su libro “A passo d’uomo”.
“El comunismo en Europa cayó porque un hombre religioso, un Papa, un hombre del Este, había unido las conciencias de Oriente y las de Occidente en el altar universal de los derechos humanos”, detalla Navarro Valls.
El ex portavoz papal en su obra resalta la grandeza del Papa Wojtyla junto a importantes personajes que marcaron la historia del siglo XX, como el ex presidente de la URSS Mijail Gorbachov y el expresidente de EEUU, Ronald Reagan.
San Juan Pablo II tuvo una gran capacidad diplomática y, en aquellos tiempos de comunismo, siempre se opuso a aceptar el reparto del mundo en dos zonas territoriales.
Escribe Navarro que uno de los encuentros que más gustó al Papa Wojtyla fue el que mantuvo con Mijail Gorbachov, el 1 de diciembre de 1989, en el Vaticano.
Gorbachov en su encuentro con Juan Pablo II les contó que había sido bautizado y que en su casa había una imagen de la Virgen, “con una foto de Lenin, naturalmente, encima”.
Navarro le preguntó al Papa por Gorbachov y éste le dijo que era «un hombre de principios», “una persona que cree tanto en sus valores que está dispuesto a aceptar todas las consecuencias que se deriven”.
“Pienso que sus ideas no son comunistas. Pero es un misterio de donde las ha sacado”, le dijo Juan Pablo II a Navarro.
Sobre Ronald Reagan escribió que junto a Juan Pablo II contribuyó “paralelamente” a sacar al comunismo de la historia.
Asegura que el fin que movió a Juan Pablo II a luchar contra el comunismo “no fue América o el anticomunismo, ni cualquier otra forma de sociedad, sino la dignidad del ser humano”.
La Iglesia Católica siempre ha condenado al comunismo por ser un sistema ateo, represor de las libertades fundamentales y que ayuda a los pobres a ser más pobres.
El Catecismo de la Iglesia Católica señala en su numeral 2425 que “la Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al comunismo o socialismo”.
Varios los Papas a lo largo de su pontificado han recordado esta enseñanza de la Iglesia.
En la encíclica Centesimus annus de 1991, el Papa San Juan Pablo II, escribió que “en los años en que dominaba el comunismo, y también antes, se cometieron muchas injusticias individuales y sociales, regionales y nacionales; se acumularon muchos odios y rencores. Y sigue siendo real el peligro de que vuelvan a explotar, después de la caída de la dictadura, provocando graves conflictos y muertes, si disminuyen a su vez la tensión moral y la firmeza consciente en dar testimonio de la verdad, que han animado los esfuerzos del tiempo pasado”.
El Papa San Pablo VI también rechazó al comunismo en su encíclica Ecclesiam suam de 1964. Allí dejó plasmado que era necesario “condenar los sistemas ideológicos que niegan a Dios y oprimen a la Iglesia, sistemas identificados frecuentemente con regímenes económicos, sociales y políticos, y entre ellos especialmente el comunismo ateo”.